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  • Foto del escritorSusana von der Heide

Aprendiz continuo, aliado en la evolución organizacional

Founder & Thinking Partner en VON DER HEIDE #HRinfluencersLatAm


La devaluación acelerada del conocimiento adquirido genera “escasez de capacidades” a lo largo del tiempo. La buena noticia es que aceptar el aprendizaje continuo aumenta nuestra propuesta de valor.


Vivimos en un entorno VUCA y se desmoronan muchas afirmaciones que sostuvimos como creencias muy arraigadas. Venimos de honrar el saber como el resultado de "aprender de una vez". Sin embargo, comprobamos que el conocimiento adquirido, en pocos años se vuelve obsoleto, se renueva, se transforma, evoluciona.


Esta era de cambios permanentes exige predisposición a la experimentación, con capacidad de corrección rápida frente al error para avanzar en tiempo real, observando con tanta empatía como agudeza a nuestro alrededor que nos permita resolver los enigmas nuevos.

¿Estamos listos para surfear esta nueva realidad que nos exige equiparnos con un mindset de apertura para lidiar con todo lo emergente y a la vez, despojarnos de los “saberes caducos”?

Nada más y nada menos que elegir qué luces apagar, antes de conocer adónde vamos a entrar. El psiquiatra húngaro Thomas Szasz sostiene que borrar un pensamiento requiere más valentía que inteligencia.

¿Cuánta valentía requiere despojarnos de lo que nos trajo hasta aquí?

Si somos conscientes de los mensajes que como humanos disfrutamos ante el desafío del aprendizaje continuo, desaprender para aprender requiere nuestra máxima resiliencia y lo que es más importante aún, una transformación radical en la manera individual y autónoma de informarnos e incorporar conocimientos para resolver la tensión que genera la brecha entre la expectativa sobre nosotros mismos y la realidad cotidiana.

Aprender haciendo es la nueva propuesta para el desarrollo profesional que pone en jaque hasta al sistema educativo tradicional.


Mientras que las certezas se desvanecen a la misma velocidad que cambian los contextos de negocio y se transforman las organizaciones, las capacidades construidas sobre la base del conocimiento adquirido en el pasado entran en cuestionamiento.Y como no podía ser de otra manera, es momento de mirar puertas adentro de las compañías.

¿Podremos resignificar el verbo evaluar que ha sido el histórico caballito de batalla para castigar el error?

El ritmo de la digitalización de nuestro tiempo nos apura a construir un nuevo mindset para aprender haciendo, sin catalogar como inhabilitante al error, sino como una experiencia de selfawarenes con responsabilidad. Esta interpretación es generadora de entusiasmo por la posibilidad de desarrollo que revela escenarios superadores.

Aún así, la transformación personal no ocurre en “un click”

La neurociencia cognitiva, cada vez más presente en la biblioteca corporativa, nos revela cómo las emociones determinan o influyen en nuestra conducta y parece muy evidente que la propuesta de desaprender nos pone en alerta y nos da miedo. Nuestra memoria semántica registra el prefijo DES como pérdida y esto no seduce a nuestro cerebro como cuando encontramos sentido de propósito a lo que hacemos, y mucho más aún cuando el aprendizaje ocurre como una co-construcción con otros. El aprendiz más exitoso será quien sepa generar contextos de crecimiento junto a otras personas, co-existiendo el aprendizaje individual y el colectivo.

Vivir en tiempos de transformación profunda trae consigo desafiarnos y pasar del decir al hacer. Tomar la decisión de entrar en la dinámica del aprendizaje continuo favorece una correcta lectura de la realidad y cómo actuar en ella.


En el mundo profesional, evolucionar es un mandato para mantenerse competitivo, no perder empleabilidad y progresar.

Josh Bersin de Deloitte, mediante una encuesta realizada en terreno, nos ofrece una respuesta desde la perspectiva corporativa, recogiendo respuestas del colaborador y confirma que lo que más nos gusta es aprender y que es un factor clave para realizar mejor la tarea y obtener los resultados esperados.

En este estudio, que incluye investigaciones junto a Linkedin, entre 2400 empleados, creó la categoría de “Aprendices Intensivos”: “En el estudio completado, encontramos que los empleados que invierten tiempo en su trabajo aprendiendo son 47% menos proclives a estar estresados, un 39% se siente más productivo y exitoso, el 23% más preparado para tomar responsabilidades adicionales y el 21% más confiado y feliz”.

El aprendizaje representa un paradigma de aceptación universal y provoca sentimientos de satisfacción y seguridad. Su contraparte “desaprender” nos retorna al punto de partida y nos muestra la vulnerabilidad del aprendiz, más aún cuando las organizaciones no han generado espacios seguros o contenedores.

Aún, frente a todas las evidencias, los ritmos individuales y los corporativos tienen un gran desencaje. La pasión y la agilidad de algunos choca con el temor de otros, en tanto, los más arriesgados contra las excusas encubiertas por el argumento de lograr el resultado operativo inmediato.

¿Qué decisiones organizacionales tendrán el efecto de apasionar a las personas para entrar en el círculo virtuoso de una cultura corporativa sin estancamiento?

Las ciencias lo avalan. Nuestro cerebro nos permite adaptarnos y cambiar durante nuestra vida por efecto de las sucesivas experiencias y aquellos mensajes que evoquen la evolución y un futuro con esperanza.

¡Dejemos las excusas de lado! Ser valientes implica tomar la decisión.

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